Hay días en los que una Antigua sabe muy poco
sólo cosas mínimas del presente
que la hacen ir y venir, como un viento hogareño, de la cocina hacia el mundo.
No ahonda en misterios
no pregunta ni contesta
y sólo se detiene para mirar
el cucharón de cobre o el rulo de naranja en la pared blanca.
- Ya es hora de cambiar algo, se dice, pero no sabe qué.
Y también existen días en los que conoce aún menos
llega al umbral mismo de la nada
y le da como una tocecita en los labios
y se frota un ojo y después otro
y se sienta a la mesa
y se dice
- ¿ahora qué?
De todos esos días que ella transita nacen otros
en los que ella atrapa una idea como a una mosca
y la retiene en la mano
y la entibia con preguntas
y la cuestiona
hasta que la mente responde
con una sola respuesta
que zumba y se vuela
cuando la acerca para escuchar.
Graciela Vega
miércoles, 2 de julio de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)