martes, 5 de agosto de 2008

Un viaje por la Feria del Libro




Otra Antigua

(Para Gloria Flamenca)

De tanto en tanto, las mujeres antiguas también pelean. Aunque no saben rabiar a gritos, ni patear el pecho del oponente para derribarlo con aires de victoria. Pero pelean. Y el adversario queda desarmado por la sorpresa, la duda, o el encantamiento. Porque ellas surcan el abismo por un cañadón, toman la distancia exacta para estar cerca y al alcance de los sentidos del enemigo. Oyen el viento. Respiran profundo. Se rodean el cuerpo con sus propios brazos y se conectan con la memoria visceral. Abren los ojos salvajes como cuevas negras y, sin mover los labios, exhalan un canto que golpea las piedras. Brutal audible llanto.
El enemigo quiere responder y se arma de puños, de gritos y de palabras.
Da un paso y tambalea.
El eco en el cañadón lo encierra y lo derriba.
Porque no puede
ni sabe
ni tolera dominar.


Del libro Antiguas, de Graciela Vega