viernes, 4 de julio de 2008

Lihué Calel


Una mujer antigua, cada luna nueva, desea viajar en el tiempo y transitar el espacio. Entra en discusión: de su mano izquierda nace el camino de ripio hacia el silencioso volcán. De su mano derecha, la ruta sinuosa hacia el pueblo que crece en sonidos.
Ella se sienta en la línea media, entre el andar a pie o ponerse los zapatos.
Y en su corazón un mojón divide los recuerdos del pasado de las promesas futuras. Entonces, junta las manos y se demora sentada en la piedra más alta del cerro.
Mira el horizonte amplio donde el salitre construye espejos que la confunden. El volcán trae el dolor, la ciudad el miedo. En el cielo se juntan un cóndor y un gorrión, el asombroso aleteo del ave rapaz y la doméstica hibrides de un pájaro mendigo. Intuye que no es el momento para andar y la aventura se posterga hasta el próximo ciclo.

Graciela Vega, Antiguas.