sábado, 30 de agosto de 2008

Rozando los bordes del mapa




La nota sobre Inmigrantes, en Billiken, fue una de las que más disfruté. Siempre me gustó escuchar los relatos de aquellos que dejaron su tierra natal "en busca de". Con la geografía a favor o en contra. Cada vez que ellos cuentan... siento el desgarro como si fuera mío. Repaso de memoria: la ilusión que los movía hacia lo incierto. El desapego, la nostalgia, el mirar atrás y adelante en forma aleatoria. Detenerse y seguir. Las desilusiones como marco.
Más de una vez, corrida de esta mirada, pude ver con sorpresa la serenidad de los pobladores que no se han movido de la tierra. Entonces, me fluían preguntas y preguntas... Y me ponía a pincelar de manera rústica una clasificación entre: los que parten, los que se quedan, los que siempre parten. Así, de forma casera. Pensé: ¿Qué nos hace nómades a algunos mortales? Esa necesidad de andar... será que la ilusión se alimenta con levar las velas, treparse a lo que sea y partir. Y volver. Y necesitar volver para volver a salir.
Me remontaba al primer viajero de mi vida, mi Ulises, mi abuelo Nicola. Los relatos de sus andanzas por el África, la guerra, su serena prisión en una farm de Inglaterra. No olvido sus piernas llenas de marcas de proyectiles, siempre que él se sentaba en su banquito verde y se ponía a contar... yo le arremangaba el pantalón y miraba esos surcos marrones. Imaginaba, desde muy pequeña, que el mundo era demasiado grande y que seguramente había monstruos en él.
Hoy Nicola cumpliría sus 95. Y saldrá en la tapa de la Billiken. Una pequeña foto. Un inocente homenaje. Casi desapercibido como su vida. Dejó una sola semilla, mi madre. A punto de partir también, quién sabe a qué orilla. Salvo por la imaginación del Dante... hay viajes que no se sospechan.
Y me fui de lata. Los viajes. Los viajeros. A los que les bulle la sangre y no hay como quitarles esa obsesión: andar... para ir y venir. Será que no es tan grande el mundo entonces. Mientras viajan, rozan los bordes del mapa. Y lo real y lo ilusorio... ya no existen.


Graciela Vega

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